"Emociones" de María Ines Tort

Inauguración martes 18/8 a las 19 hs.

La exposición de María Inés Tort está conformada exclusivamente por una serie de figuraciones de rostros femeninos frontales , los que predisponen al espectador a plantearse ciertas interrogantes.

Ante todo nos preguntamos si estas imágenes multiplicadas constituyen variaciones de un mismo rostro mostrado como pantalla proyectiva para trasmitir distintas emociones. Si así fuera, se podría concluir que estaríamos ante una serie de autorretratos a la manera en que lo hiciera emblemáticamente Rembrandt. Pero no, pues en estos retratos falta el carácter mimético, de verosimilitud, inherente a dicho género artístico.

Si no autorretratos, ¿ quizá nos remiten a un rostro absoluto? ¿ Cómo explicar esta redundancia obsesiva del rostro que presenta María Inés Tort? Y así podríamos continuar persiguiendo todas las interrogantes que desencadena el tema del rostro humano, tema que ha preocupado a numerosos filósofos, tales como Georg Simmel respecto a Rembrandt, y a Gilles Deleuze, Emmanuel Lévinas y Jacques Derrida, al punto acuñaron un neologismo para su abordaje: “ rostridad”.

El rostro( término que alude a las apariencias tanto como a la escencia, al ser y al parecer) pone de manifiesto las dos dimensiones inherentes a la naturaleza humana. Una. Su miseria: “ El rostro se me impone- ha escrito Lévinas- sin que yo pueda permanecer sordo a su llamado u olvidarlo, quiero decir, sin que yo pueda dejar de ser responsable de su miseria.” Y dos, su carácter misterioso: “ Encontrar a un hombre, según Lévinas, es mantenerse alerta por obra de un enigma”.

Es decir, el rostro es la parte de nuestro cuerpo que permanece siempre desnudo. Rostro desnudo, despojado, desprotegido, evidencia la vulnerabilidad así como una sensación de desprotección e indigencia.

La visión del rostro del otro , vale decir,” al superar la idea del otro en mi”, me separa de mi mismo, rompe la soldadura del propio narcisismo consigo mismo y me enfrenta a la alteridad, al otro.

Las artes plásticas no han permanecido ajenas a este misterio y por su parte han visualizado lo que los filósofos tratan de significar con el lenguaje. El misterio de esa “ rostridad” circula por toda la historia del arte desde los albores de la humanidad hasta nuestros días.

Desde el áureo rostro-máscara del faraón Tutankamon con su mirada puesta en el infinito que se prolonga en el severo y temible semblante del Pantocrator que preside los ábsides románicos hasta el enigmático semblante de la Gioconda de Leonardo que ha generado bibliotecas enteras de interpretaciones. Tampoco podemos olvidar entre nosotros la proeza del pintor Juan M. Blanes por dotar mágicamente de un rostro creíble al prócer Artigas.

El cine mismo tuvo que esperar al advenimiento del primer plano para dotarnos de rostros inolvidables como el de la Falconetti en la Juana de Arco de Dreyer o el de la impasible Greta Garbo.

Ahora, y en pleno apogeo de internet, podemos remitirnos al nuevo protagonismo del rostro en Facebook el que coincide, no por casualidad, con un período de decrecimiento de la privacidad, y que enfrenta más que nunca el desafío de romper el cerco del narcisismo, resistiéndose a reducir al otro a si mismo aunque se tenga conciencia que es una tarea infinitamente desmesurada.

Creemos que esta exposición es una manifestación más por encontrar un sentido al otro, ya que ser humano significa en última instancia ser con los otros, un encuentro que es ético antes que estético.

 

Miguel A. Battegazzore.

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